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¿Qué es el factoring y cuándo resulta interesante utilizarlo?

El factoring es uno de los recursos financieros que pueden usar las empresas para mejorar su flujo de caja y evitar impagos. Esto se debe a que optimizan la gestión del dinero a cobrar e incluso, a veces, lo reciben por adelantado. A continuación, vamos a explicar que es el factoring y cuándo conviene utilizarlo.

¿En qué consiste el factoring?

Podemos definirlo como el procedimiento por el que una empresa cede sus créditos comerciales a una entidad financiera, que se encarga de cobrarlos. Además, en ciertos casos, esta última también adelanta el importe de las facturas. A cambio, percibe unas comisiones que varían de unas entidades a otras. Pero suelen ser de dos tipos:

  • Comisión por servicio. Se percibe por la gestión administrativa de las facturas y suele ser de entre el 0,15 y el 2% del importe de las gestionadas.
  • Comisión por financiación. En este caso, la entidad financiera la percibe por adelantar el efectivo de las facturas. Por eso, también se llama comisión por anticipo. Asimismo, está en torno al 5% de la cuantía de las facturas.

El factoring suele contratarse de forma indefinida. Pero los créditos que se ceden son, generalmente, de cobro a corto plazo. Habitualmente, tienen un periodo de 90 días, aunque pueden llegar hasta los 180. Por encima de este plazo, quedan excluidas.

Por tanto y a modo de síntesis, esta herramienta financiera ofrece tres servicios esenciales. El más importante es gestionar el cobro de facturas. La entidad financiera se ocupa de presentarlas al pago y de hacer los requerimientos posteriores, si fueran necesarios. Una vez que ha percibido su importe, lo abona en la cuenta de la empresa.

Pero el banco también puede ofrecer financiación. Es decir, adelantar la cuantía de las facturas antes de su vencimiento. No obstante, el anticipo suele tener un interés más alto que el descuento comercial (como decíamos, ronda el 5%). Finalmente, la herramienta puede incluir garantía. Esto significa que cubre el riesgo de impago de las facturas, salvo aquellos referidos a defectos en los productos vendidos. Todo esto nos lleva a hablar de las modalidades de factoring.

Tipos de factoring

Este recurso financiero comienza con un estudio por parte de la entidad que lo ofrece respecto a la cartera de clientes de la empresa. Aquella elige los créditos que le interesan y pacta con esta la modalidad que van a utilizar y que, básicamente, puede ser de dos tipos:

  • Factoring con recurso. La entidad que lo ofrece no asume ni el riesgo de impagos ni la gestión de recobros. Por tanto, para la empresa es interesante cuando sus clientes tienen un buen comportamiento de pagos. A cambio, abona menos comisiones.
  • Factoring sin recurso. El organismo financiero asume la posible insolvencia de ciertos clientes. De este modo, la empresa evita el riesgo de impagos, pero tendrá que abonar más comisiones.

No obstante, también podemos hablar de factoring con cesión global o puntual, según se incluyan todas las facturas o solo las que se desean anticipar. Igualmente, en operaciones internacionales, lo hay de importación y de exportación, en función de donde esté el domicilio social de la entidad que lo ofrece.

En conclusión, el factoring es una herramienta financiera muy útil para las empresas porque les facilita el cobro de facturas y optimiza su flujo de caja. Hemos visto en qué consiste. Pero, si tiene alguna duda sobre este tema o acerca de cualquier otro de tipo fiscal o laboral, consúltenos en nuestras oficinas de Oviedo o Gijón. Estaremos encantados de atenderle.

Fuente: Espacio Pymes.